Qué pasa con el artículo de América Valenzuela sobre Galileo y por qué me sienta tan mal.

Empezaré diciendo que admiro a América Valenzuela. La difusión de la ciencia es importante. Nuestro mundo se vuelve cada vez más complejo, y nosotros, ciudadanos, necesitamos herramientas cada vez más complejas para tomar decisiones. Saber qué es el ADN, por qué tenemos que vacunar a nuestros hijos o qué efecto tiene sobre nosotros las ondas de la conexión wifi (ninguno) es fundamental, y América, y otros compañeros, nos lo explican y muy bien. ¿Entonces?

Ayer América escribió un artículo dedicado a Galileo Galilei y su lucha “incombustible por la verdad”. En él, América relataba la manida historia del Galileo defensor de la verdad, luchador incansable que se enfrenta a la Inquisición (¡nada menos!) para defender lo que él considera LA verdad: que la tierra, sin embargo, se mueve.

No sólo el tema escogido, también el desarrollo del artículo está lleno de estereotipos, manidos y desechados muchos de ellos, amén de inexactitudes. Si el modelo geocéntrico tuvo un campeón, este no fue Aristóteles, como dice América, sino Ptolomeo, que mediante su famoso libro Almagesto convirtió el geocentrismo en una poderosa herramienta explicativa. Compleja, pero poderosa. No en vano, durante años se llamó sistema ptolemaico a aquél sistema que ponía la tierra en el centro. Sí es cierto que este se complementaba muy bien con la cosmología de Aristóteles, que casaba, a su vez, muy bien con las enseñanzas de la Iglesia. Aristóteles propone un universo finito compuesto por esferas, por lo que dejaba espacio para “el cielo”, donde habitan dios (el motor último aristotélico) y los ángeles de la tradición hebrea.

Pero claro, es difícil decir, como dice América, que “durante 18 siglos nadie dudó de este modelo”. Es lo malo de la mitología, que no se basa en hechos (pobre Aristarco de Samos, nadie se acuerda de ti). Cuando queremos construir héroes es muy útil. El mito nos marca un horizonte, un modelo heroico. Cuando queremos saber la verdad, ahí ya fallan. Si el mito nos ayuda a pensar, para conocer debemos superarlo.

¿Qué pasó durante esos 1800 años que median entre Aristóteles y Copérnico? Pasaron mundos. Imperios nacieron y cayeron. Religiones poderosas se extinguieron y fueron sustituidas por otras. Nacieron nuevos imperios, que trajeron nuevas instituciones y saberes. Se conocieron cosas nuevas y se olvidaron otras viejas. Se recuperó gran parte del saber griego y latino, que se había olvidado, que se contrastó con saberes indios, y chinos…

¿Y qué pasó en el cielo? Muchas cosas, pero no en Europa. Y eso es lo malo de la historia que nos cuenta América. La historia no es suya, claro, sino que de un grupo de intelectuales europeos que, a principios del siglo XX, decidieron que había que narrar la historia de la ciencia como una historia heroica y, mucho ojo, occidental. Lo que caía fuera, los no europeos, no tenían lugar. Eran pueblos sin historia, como tampoco tenían, para los antropólogos, razón.

Y sin embargo, desde el año 700 hasta el 1400, los mejores astrónomos fueron árabes. Sus escuelas, sus instituciones científicas, sus publicaciones, sus herramientas e instrumentos científicos (astrolabio, esferas celestes, esferas armilares, cuadrantes, etc.) les llevaron a recopilar una gran cantidad de datos observacionales. Muchos más de los que nunca tuvo Aristóteles (que no los necesitaba, lo suyo era pasear sin mirar al cielo) ni Ptolomeo. Y pasó lo que tuvo que pasar: el peso de la evidencia, de repente, fue demasiado para la teoría. Y empiezan a aparecer los problemas, y las críticas a Ptolomeo (sin negar, eso es cierto, que la tierra estuviera en el centro del universo) se hacen innumerables. Muchas de ellas surgen en Al-Andalus, por cierto.

Todo esto lo conocen los astrónomos europeos, claro está. Entonces, igual que ahora, existen las redes de intercambio de conocimiento. Son distintas, por supuesto, pero están ahí. Todos han leído a los árabes, no por nada, sino porque son los mejores. Tienen los mejores instrumentos y los mejores datos. Ellos conocen las críticas de los astrónomos árabes y, a la vez, empiezan a recopilar gran cantidad de datos (Tycho Brahe es otro nombre importante en esta historia), y hacen sus propias correcciones a la teoría… o crean teorías propias. La de Kepler, por ejemplo, y su modelo platónico es simplemente delirante.

Pero todo esto se sabe desde hace, como mínimo, 40 años. El papel de la astronomía árabe en la crítica al geocentrismo no es una novedad (George Saliba lo explica aquí muy bien). La superación de la narrativa heroica de la “big picture” tampoco. Las cosas son complejas, y ni Galileo era un héroe ni la “inquisición” lo persiguió, precisamente, por sus ideas sobre en qué lugar poníamos la tierra en relación con el resto de cuerpos celestes, como bien nos ha contado Mario Biagioli en su famoso libro, publicado en español en 2008, Galileo Cortesano. Tampoco es cierto que el heliocentrismo fuera más “sencillo” que el geocentrismo, ni tantas otras cosas que aprendemos en la escuela.

¿Y qué importancia tiene esto? Bueno, más bien poca. Ya sabemos que queremos héroes, y un grupo de árabes de nombres impronunciables no dan bien en nuestra historia. Y sin embargo…

Y sin embargo uno se plantea si es necesario convertir a la ciencia en una religión, con su mitología y sus semidioses (la diosa, todos lo sabemos, es La Verdad). Uno se plantea si es esta la mejor forma de defender y difundir a la ciencia y al conocimiento científico. Si no sería mejor saber que la ciencia no es una cosa de “héroes”, sino de gente normal que hace su trabajo pacientemente, que va a su observatorio, pasa la noche sin dormir, mirando las estrellas, anotando paralajes. Que vuelve luego a casa, donde le espera su pareja y sus hijos, a los que apenas ve porque, ya sabes, durante el día duerme. Y a veces, sólo a veces, tienen un pequeño momento de gloria, cuando escribe un libro y lo ve en un stand en un congreso. Y la gente lo compra.

Sí, lo sé, tiene mucho menos glamour que Galileo enfrentándose a la Santa Inquisición. Pero tiene una pequeñísima ventaja: es verdad.

7 thoughts on “Qué pasa con el artículo de América Valenzuela sobre Galileo y por qué me sienta tan mal.

  1. Según tengo entendido Galileo fue perseguido por reinterpretar las escrituras ¿No? Cosa que no le sentaba bien a la iglesia, la iglesia ya estaba preparada (como dices las evidencias eran muchas) para aceptar el heliocentrismo ¿Es así? no recuerdo donde lo leí.

    Buen post.

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  2. Buen artículo. Sólo un detalle. Dices: «Tampoco es cierto que el heliocentrismo fuera más “sencillo” que el geocentrismo». ¿Cómo explica el geocentrismo la recesión de los planetas que se observa? Sólo por eso el heliocentrismo parece bastante más sencillo. ¿No?

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  3. Hola Javi,
    como digo, es un poco más complicado. A Galileo, por supuesto, lo persiguió la inquisición. Y los motivos por los que lo encausaron fueron, por supuesto, los conocidos por todos. El problema, como expone Biagioli, surge cuando aislamos esto del resto de la historia, especialmente del contexto cortesano en que Galileo se desenvuelve. De acuerdo a Biagioli (al que, por otra parte, también contestan otros estudiosos), la persecución de la inquisición tuvo más que ver con el hecho de que Galileo perdió la protección de sus patronos, quedando expuesto, por tanto, a sus enemigos. Esto, unido a que la Inquisición “le tenía ganas”, explicaría su imputación y posterior condena. En resumen, fue política, nada más y nada menos.

    Esto no resta ni un ápice de valor a lo que hizo Galileo, lo mismo que no lo hacen los descubrimientos y el trabajo ingente de los astrónomos árabes. Lo que sí hace es ponerlo en su contexto. Para que hubiera un Galileo (o un Copernico), fue necesario el trabajo de generaciones de astrónomos y astrólogos árabes, pero también de artesanos holandeses que perfeccionaron la técnica del pulimentado de lentes, o de los marineros que viajaron incansablemente y recopilaron y publicaron sus observaciones astronómicas. Si no tomamos todo esto en consideración (que es lo que critico al artículo de América Valenzuela, que sigue una determinada historia de la ciencia que está más próxima a la mitología) entonces lo que obtienes es una historia de grandes individuos, despreciando el trabajo de cientos de miles de personas que pusieron su granito de arena (y de sacrificio) para conseguir conocer un poco mejor nuestro mundo.

    Gracias por comentar!

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  4. Javier Loen: Hecho. Muchas gracias. ¡Se me había pasado!

    Antonio: justo he estado discutiendo eso mismo hace un rato con un colega. El sistema geocéntrico, efectivamente, tenía que hacer cosas endiabladas para “salvar las apariencias”. Pero lo cierto es que el heliocéntrico, en ese momento, no lo tiene más fácil, y hay cosas que, durante siglos, se seguirán explicando “mejor” con el modelo geocéntrico (incluso estando totalmente descartado. No hablamos de eso, sino de cómo ajustan los datos observacionales con la teoría, algo totalmente distinto). Te recomiendo este artículo, que puedes descargar gratis, en el que se explican algunos de los problemas del heliocentrismo y cómo la oposición al copernicanismo, en los siglos XVI y XVII, se basó más en sus inconsistencias que en ningún factor religioso: http://www.minsocam.org/msa/ammin/TOC/2015/Abstracts/AM100P1657.pdf

    Lo cierto es que, como casi siempre, el heliocentrismo tuvo que recorrer un camino muy largo, acumular pruebas a su favor y “vencer” a su contrincantes muchas veces, antes de ser aceptado como teoría estándar. Y un camino mucho más largo antes de que todas sus “contradicciones” se resolvieran.

    Lo cual, insisto, no resta mérito a ninguno de los involucrados en la historia, simplemente complica un poco más nuestro pasado. Pero también lo vuelve más interesnate.

    Saludos y gracias por comentar.

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  5. Quizas habria que puntualizar que en los libros de Ptolomeo la tierra no esta en el centro, sino un poquitin desplazada de él, para conseguir que case la longitud de las estaciones. El motivo para desplazarlo era desconocido, pero ahi estaba (Amenabar filma a Hipatia sugiriendo la elipse por esta causa, pero no me suena que realmente nadie la usara hasta llegar a Kepler – aunque es muy interesante la obsesion renacentista por las cónicas).

    En cambio no me consta que Aristoteles supiera del detalle de la excentricidad de la posicion de la tierra, asi que a falta de que me corrijais, me parece que es mas Geocentrico que Ptolomeo. Tambien habria que ver, ahora mismo no lo tengo en la cabeza, sus posturas respecto a la rotacion de la tierra sobre su eje. Hay que recordar que el asunto biblico no tiene nada que ver con la rotacion anual, sino con la diaria.

    En cuanto a Galileo, yo creo que deberia citarse a Redondi y su “Galileo Heretico”, bien porque es previo al Biagioli, bien por confirmar o desmentir las tesis que expone y su interpretacion de los documentos del archivo vaticano.

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  6. Hola Alejandro! En efecto, Ptolomeo situa la tierra un poco desplazada del centro para que todo le cuadrase, como bien dices. Sobre Aristóteles, el tema es que él no hace astronomía. Él se inventa una cosmología, que es algo relacionado, pero no es lo mismo. La cosmología aristotélica comprendía más cosas que las esferas, el motor inmóvil, etc. También incluía una explicación de, por ejemplo, por qué las cosas caían hacia la tierra. Por eso la adopción generalizada de la teoría heliocéntrica no acaba con la cosmología aristotélica (o al menos, no del todo). Habría que esperar a Newton, por ejemplo, para tener una explicación convincente de por qué los planetas no se iban cada uno por su lado, si no era porque estaban “atados” a sus esferas…

    Por otro lado, a Aristóteles no le importan las matemáticas del cosmos. Se la traen al pairo. Él no va a calcular cómo explicar los movimientos de los astros (no en serio, al menos. Algo dice de poner más esferas). Porque a él lo que le interesa es la idea general, la visión del cosmos, no los detalles de su funcionamiento. Por eso Aristóteles no es el autor de un sistema astronómico, eso lo hace Ptolomeo. Lo que él hace es aportar “la visión general”. El trabajo sucio se lo deja a los otros. Aquí está más o menos explicada: http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_fis.htm#subir

    Saludos y gracias por comentar!

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